Los zapatos de campo no son solo para los meses más fríos del año. No todo el mundo opta por pasarse los meses de verano con los pies enfundados en unas sandalias paseando sobre la arena. También el turismo de interior y los destinos fríos son habituales: suelen estar menos masificados, las temperaturas son más agradables y, por lo general, también tienen precios más económicos. Pero hay que equiparse.
Cerradas (para mantener a los insectos a raya), cómodas y con estilo. Así son los Liverpool, un deportivo perfecto para el verano, hechos en piel y con una confortable suela que absorberá por nosotros los desperfectos del terreno. Originales y resistentes, son también un zapato versátil: desde dar un paseo por el bosque hasta salir a cenar o pasar por la oficina (aunque sea solamente a saludar).
Con un poco más de altura de tacón y en dos colores diferentes, aunque no sean estrictamente zapatos de campo, están los también deportivos Nerja. Fabricados en cuero de la mejor calidad, cosidos a mano y con todo el confort made in Pikolinos. Su versión en color brandy mezcla a la perfección ese aire rústico y salvaje con un zapato moderno y resultón. Perfectas para un verano diferente.
Diseño y un aire casual caracterizan a la gama Vic. Además de una gran variedad cromática para todos los gustos, este zapato permite moverse, tener actividad y exigirle: resiste y rinde bajo cualquier circunstancia, ya sea en la ciudad o disfrazados de zapatos de campo. Todo ello con un nivel de comodidad enorme, un ajuste con gomas que se adapta al pie sin asfixiarlo y la sensación de caminar sobre una nube que los acompaña a todas partes.
Ligeros y con un toque más elegante, para días de interior pero no necesariamente salvajes, podemos optar por la línea Vera. No son zapatos de campo, pero su comodidad y calidad les permiten adaptarse a planes de interior más relajados. Es, más bien, un zapato deportivado: mantiene su carácter juvenil pero sin prestarse a usos extremos.
Estas y otras opciones son ideales para pasear por el bosque, caminar por algún sendero o, simplemente, relajarnos a leer un libro con la vista puesta en la sierra. Planes menos habituales en la época en la que las playas se convierten en lugar de visita casi obligada, pero que con la paz, la comodidad y el silencio pueden disfrutarse todavía más.